Catequesis prematrimonial
Un aspecto fundamental de la preparación de los jóvenes para el matrimonio consiste en darles una visión exacta la ética cristiana respecto a la sexualidad. La catequesis prematrimonial ofrece la ventaja de situarse en la perspectiva inmediata del matrimonio. Pero, para conseguir plenamente el objetivo, esta catequesis debe ser continuada convenientemente de manera que constituya un verdadero y propio catecumenado. Aspira, además, a sostener y robustecer la castidad propia de los novios, a prepararlos para la vida conyugal, vivida cristianamente, y para la misión específica que los esposos tienen en el Pueblo de Dios. (60)
Foto de Jasmine Carter |
Los futuros esposos deben conocer el significado profundo del matrimonio, entendido como unión de amor para su pleno desarollo personal y para la procreación. La estabilidad del matrimonio y del amor conyugal exige, como condición indispensable, la castidad y el dominio de sí, la formación del carácter y el espíritu de sacrificio. En vista de las dificultades de la vida matrimonial, agudizadas en las condiciones de nuestro tiempo, la castidad juvenil, en cuanto preparación adecuada para la castidad matrimonial, será de ayuda decisiva para los esposos. Éstos, por otra parte, serán instruidos sobre la ley divina, declarada por el Magisterio eclesiástico, necesaria para la formación de su conciencia. (Cf. Humanae vitae, 17ss) (61)
Instruidos sobre el valor y la grandeza del sacramento del matrimonio, que especifica para ellos la gracia y la vocación del bautismo, los esposos cristianos estarán en grado de vivir conscientemente los valores y las obligaciones propias de su vida moral como exigencia y fruto de la gracia y de la acción del Espíritu, ya que «para cumplir dignamente su deber de estado, están fortificados y como consagrados por un sacramento especial». (Gaudium et spes, 48)
Por otra parte, a fin de vivir su sexualidad y llevar a cabo sus responsabilidades de acuerdo con el designio divino (Cf Humanae vitae, n. 10) es importante que los esposos tengan conocimiento de los métodos naturales para regular su fertilidad. Como ha dicho Juan Pablo II: «Conviene hacer lo posible para que semejante conocimiento se haga accesible a todos los esposos, y ante todo a las personas jóvenes, mediante una información y una educación clara, oportuna y seria, por parte de parejas, de médicos y de expertos». (Familiaris consortio, n. 33. Respecto a la actual propaganda contraceptiva tan ampliamente difundida, cf. Humanae vitae, 14-17.) Hay que hacer notar que la contracepción, de la que actualmente se hace intensa propaganda, contrasta con estos ideales cristianos y estas normas de moralidad en que la Iglesia es maestra. Este hecho hace todavía más urgente la necesidad de que la enseñanza de la Iglesia sobre los medios artificiales de contracepción y los motivos de tales enseñanzas, sean transmitidos a los jóvenes a la edad conveniente para prepararlos a vivir su matrimonio responsablemente, pleno de amor y abierto a la vida. (62)
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